miércoles, 25 de mayo de 2011

De princesas y otras mentiras.

Yo soy una de las tantas nenas que creció entre películas de princesas, hadas y finales felices.
Me viene pasando que miro las películas que veía de chica, y muchas cosas ya no me cierran. La otra vez viendo "La Sirenita" terminé indignada porque la piba respira lo más bien abajo del agua. Y el amigo pez, Flanders, no sólo habla, sino que lo hace también en la superficie. Definitivamente ser chico es mejor.

Ciertamente, si pudiera hablar con Walt Disney, le reprocharía unas cuantas cosas: Una sería las falsas expectativas que me creó acerca de los hombres. Todos mis príncipes azules destiñieron groso ante la primera prueba. Tengo muy presente la imagen de un hombre enamorado y desesperado por encontrar a la dueña del zapatito, la mujer que en ¿tres horas? lo había enamorado, dispuesto a hacer todo por llegar a ella. No me jodan, no existe el tipo que atraviese un bosque lleno de lobos, A CABALLO para rescatarte. Y si lo hace y llega vivo, mínimo te quiere sacar la ropa ahí nomás, en el último cuarto de la torre más alta.
Pero bueno suponete que eso pasa. Se flecharon, se enamoraron, ok. Se casan. Y? Imaginate al pobre príncipe descubriendo que la mina es una loca histérica del orden y que estalla si encuentra un cuchillo sin lavar en la pileta de la cocina. O enterándose de que Blancanieves tiene un problemita de compulsión y que ante la primera crisis va y revienta la Master Gold en el shopping.
Las princesas eran adolescentes con todos los quilombos mentales. La que no vivía con siete hombres, hablaba con ratones. Y -todas- tenían una gran ira reprimida. Ponele, si yo me la tengo que pasar limpiando como una esclava porque mi madrastra es una yegua que me tiene encerrada; no lo haría cantando, lo haría puteando. Y bajo de un hondazo al primer pajarito que me venga a cantar en la ventana, porque no estoy de humor para eso, ME TIENEN ENCERRADA! A todo eso, imaginate el ataque que me agarra si ni bien me liberan, van y se quieren casar conmigo. "Salí de acá! Acabo de salir de ahí y querés que me case con vos? Dejame ir a romper la noche y más adelante si da hablamos. Gracias igual... vení, dame otro beso."

Admito que mi carácter no es el esperado para un personaje de cuento (bueno al menos): Me levanto siempre de buen humor, pero prefiero que los primeros cinco minutos nadie me hable. Soy terriblemente desordenada y me como las uñas si estoy nerviosa. También tengo el llanto fácil, y puedo discutir por horas con tal de salir ganando. No soy una chica manejable -aunque a veces por estrategia pura pueda parecerlo- Pero, como toda mujer, puedo terminar rendida si me llaman "Princesa"
Así que, Príncipe, si estás ahí te digo: Vení cuando quieras.